el marino que perdió el mar

el marino que perdió el mar

miércoles, 14 de septiembre de 2011

La isla de los marinos de mierda ("Como cada mañana")

Como cada mañana.
Ahí está.
Impávido. Firme. Chulo.
Es cierto que todos tenemos faltas más o menos inconfesables, pero entre todos los presusntos pecadores ¿por qué me escogió a mi?.
Me espera.
No sonríe. Tampoco muda el gesto en señal de reproche. Solamente me observa.
Como cada mañana.
Ahí está.
Repaso la nómina de mis enemigos. De mis acreedores. De todos mis asuntos pendientes. Pero no hay nada que tenga tanta importancia para una vigilancia tan férrea. Alguna vez estuve a punto de dirigirme a él y preguntarle. Pero no. No quiero darle ese beneficio. Si el desea decirme algo que lo haga.
Los vecinos empiezan a murmurar. Me miran de reojo. Sospechan. Algo oculto. Pecaminoso. Terrible tal vez. De su negra vestimenta. De su rigidez. De que si en la prolongación de su puesto de observación y mi casa está el cementerio. Cosas de pueblos. Que al run-run hacen daño. Crean desconfianza.
No sé si ir junto al cura o a una mujer que trata el mal de ojo.
Como cada mañana.
Ahí está.
Observándome. En lo alto. De luto.
Con las alas plegadas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario