el marino que perdió el mar

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martes, 27 de septiembre de 2011

La isla de los marinos de mierda (Perderse...)

Perderse.
En esta isla echo en falta algunas cosas.
Inevitable.
Cuando llegaba a puerto, libre de guardia, solo o acompañado, buscaba calor.
Al principio fue streptease.
Cuando me pasó ese sarampión, repetición, aburrimiento, encontré en él un hallazgo.
El jazz.
Perderse entre humo y cerveza.
Desde que entré en el primer local supe que yo era carne de jazz.
No tuve una formación musical.
El jazz era para mí algo lejano, americano, negro.
No sé si soy negro pero me entusiasma el jazz en casi todas sus manifestaciones, desde el blues hasta el electrónico.
Y aún no sé que es el jazz.
Sin consultar enciclopedias ni diccionarios al uso debo decir que es la música ensayada para la improvisación.
Es la única música, a mi entender, que la escuchas en disco una y otra vez y siempre te parece diferente.
Quizás es la música antes de la música, en dónde el intérprete es primero que el concierto. Que puedes esperar cualquier cosa.
Al margen del swing que la diferencia de otras músicas, el jazz es libertad, de movimientos, cambios, tiempos, puesta en escena y por supuesto improvisación.
Me dediqué a visitar los antros que pude en cuantas costas recalé y siempre una estampa similar, un público similar, una cerveza similar y un humo similar.
Hace tiempo que falto a esa cita con el placer. Tengo miedo salir de mi claustro para encontrarme que han cambiado las cosas, que el jazz ha perdido parte de su encanto porque el jazz sin cerveza y sin la atmósfera cargada de humo de los fumadores no lo identifico.

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