el marino que perdió el mar

el marino que perdió el mar

viernes, 4 de mayo de 2012

subió una ráfaga...

Subió una ráfaga. Venía del río. Del gran río que es para un país pequeño. LLovía pero el viento era brisa. Suave. Acariciaba. Me acarició. Me envolvíó de forma amistosa. Y me habló. Me dijo que lo había pasado mal ultimamente por falta de lluvia. Ahora volvía a tener su cauce habitual y corría tranquilo. Las aves migratorias y lampreas de nuevo le acompañaban. El verde húmedo de sus riberas aparecía luminoso y brillante. Todo él irradiaba vida y quería proclamarlo mandando ligeras brisas de anuncio en todas las direcciones. Me he dado cuenta que con pocas cosas puedo estar satisfecho. Completo. Que no preciso un apartamento en la playa. Tampoco un cuatro por cuatro. Ni una mujer cubierta de pieles. La felicidad tranquila es más accesible de lo que pensamos. El río me lanza su mensaje. Me abraza. Noto que me posee Y yo lo acepto.

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