el marino que perdió el mar

el marino que perdió el mar

sábado, 23 de junio de 2012

Siempre solo...

Siempre solo. Magnífico marinero de primera. Trabajador. Puntual. Obediente. Incluso el primer oficial que era un mal bicho y trataba a todos a patadas lo respetaba. Su vida era el barco. Casado con dos hijos jamás hablaba de la familia. Las veces que volvíamos al puerto base en donde vivía se le notaba inquieto. No puedo asegurar el tiempo que aguantaba en casa pero era poco. Alguna vez coincidí con él en la del "Pescador", el bar más cutre del puerto. Allí lo podías encontrar. En una esquina, sentado en un taburete y mirando como un grupo de borrachos cantaban al mítico "Galatea". "Oh, "Galatea", tu eres el barco mejor. Tu te cimbreas desde la proa al timón. Tus balanceos, desde babor a estribor. Y tus marineros la mejor tripulación". Y sin salirse de la estrofa, una y otra vez con voz rota y cansina. Un día, navegando por trópicos le dió un ataque de mamparitis, esa rara enfermedad única de los barcos, de la gente solitaria y cansada de la vida. Batió contra un mamparo hasta pintarlo de rojo. Hicieron falta tres hombres para cogerlo. Hasta puerto lo llevamos amarrado con correas en el camarote dedicado para enfermería. Lo mandaron para casa. Alguna vez lo visito. Nunca me encontré con su mujer, hijos, familiares o amigos. Aunque su habitación tiene una ventana el mira hacia la pared. Siempre solo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario