el marino que perdió el mar

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viernes, 6 de julio de 2012

Inventé cosas...

Inventé cosas de nosotros dos. Creo que no es un delito. Inventar o imaginar. Cuando todo se cierra. Cuando las nubes vuelan tan bajas que nos mojan. Que nos ciegan. Que muestran un día tenebroso. Que se prolonga. Entonces vuelvo a él. Cuando vivía. Antes del naufragio. No hablo en lenguaje figurado. De escritor barato. No. ESTOY DICIENDO LA VERDAD. Se ahogó. En aquel carguero. Regresando de Nueva York. Con grano. Una vía de agua. Por Arquímides. Una pequeña vía de agua. Se filtra en la carga. Y de pronto. ¡Z0M! El mar pesa más que el líquido que desaloja. Como una piedra. Al fondo. Sin avisos. Estaría en el puente. O quizás durmiendo en el camarote. Deberás notar que todo se hunde. Que el barco ya no está arriba de las olas. Que baja. Y tu con él. Mala samgre. Pura madre. Y se acaba todo. Y yo, a veces, intento inventarlo. Reinventarlo. Voy perdiendo su cara. ¡Joder! Creo que no es un delito.

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