el marino que perdió el mar

el marino que perdió el mar

miércoles, 25 de julio de 2012

Soy yo...

Soy yo y no otros.
Unicamente.
El que levanta el día.
Abraza los árboles.
Se lava en la orilla del río.
Aquel que llama a los animales en su lengua.
Y a las mujeres por sus ojos.

Viejo como esta tierra.
Ni más sabio ni menos que el raposo.
Cariñoso con los pequeños.
Respetuoso con los ancianos.
Como manda la ley no escrita del clan.
Con la dignidad del roble.
Y la flexibilidad del junco.

El que navega en barcos de cuero.
Pesca a la ardora en las rías.
Construye su casa en castros panorámicos.
O tan encima del mar que parece retar su fuerza.
Un hombre.
Que mira a la Luna de frente.
Y a los ojos de la gente.

No os equivoqueis.
Ni brujo ni semidios.
Sobre mi piel cualquier tela.
Un sombrero viejo de espantapájaros.
Botas de andar.
El alma verde del paisaje.
Los ojos de mirar despacio.

Soy yo y no otros.
Quien pasará por la vida de puntillas.
Sin pisar al vecino.
Cantando cuando nadie escuche.
Gritando contra el viento.
Diciendo tu nombre mientras duermo.
Y muriendo cada día cuando vivo.

Podeis preguntaros quien soy yo.
Creerme.
No merece la pena la consulta.
Podría ser tu mismo en mi cuerpo.
Tus hijos los míos.
Mis manos aprietan un aire.
Que seguirá aquí cuando yo no.

Mi sabiduría es limitada.
Sinembargo mi amor no tiene límites.
Busco en cada instante un pretexto.
Para loar cuanto a mi redor existe.
Simplemente soy quien pasa las páginas del tiempo.
El que se rebela a la injusticia.
El que su muerte no alterará nada.

No creo en la posteridad.
Alimentada de humana vanidad.
Prefiero la bofetada de la amante.
El beso apasionado de quien me engaña.
Pero aquí. No dejeis nada para luego.
Mi recuerdo no vale cinco cobres.
Si en vida no recibo una sonrisa.

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