el marino que perdió el mar

el marino que perdió el mar

viernes, 3 de agosto de 2012

Lo tiré...

Lo tiré por la borda.

Navegando hay una ley no escrita.

No figura en el derecho marítimo.

Que hace justicia a su manera.

Era un cabrón.

En un barco el primer oficial es el jefe de personal.
El que dirige los trabajos abordo.
Pero él se pasaba.
Despótico.
Autenticamente dictatorial.
Siempre detrás de la gente.
Esperando el fallo.
La más mínima infracción.

Había mandado a mucha gente para casa.
Sin explicaciones.
Los desenrrolaba en cualquier puerto.
El capitán nunca intervenía.
Le iba el juego.
Que él fuera el malo.

En un barco.
Entre los miembros de una tripulación.
Nunca se sabe quien lo organiza.
Pero en el último mes se notaba algo.
Un run-run siniestro.
Y el primer oficial barruntaba algo incontrolable.

Noche en el Atlántico Sur.
A la altura de Walvis Bay.
Zona de lobos de mar y tiburones.
El cabrón hacía su ronda.
Despues de pasar por la cocina y abroncar al marmitón.
Se puso a fumar tranquilamente en popa.

La noche preciosa.
Mar en calma.
Luna desconmensuradamente grande.
La Cruz del Sur dibujada en lo alto.
No se vé a nadie sobre cubierta.
La estela deja fluorescencias en la superficie.

Levanta los ojos.
Intuye el peligro.
Es tarde.
Se va a cumplir la ley del mar.
Intenta resistirse.
Somos muchos.

El último empujón fue el mío.
Intentó asirse a mi brazo.
A la vida.
Sus ojos en los míos.
Un grito desgarrador.
Tapado por el ruído de la máquina.

Sale a flote a unos metros de la hélice.
Levanta los brazos.
Pide piedad.
No hay perdón.
Todos se retiran.
En mi última mirada veo su cabeza empequeñeciendose en la noche.

En el cambio de guardia.
No aparece el primer oficial.
Nadie sabe nada.
En el Diario de Navegación.
Escribe el Capitán.
Desaparecido. Posiblemente hombre al agua.

El barco sigue su rumbo.
Un telegrama avisa al armador.
Que reponga el oficial en el primer puerto.
Un cabrón menos navegando.
La noche precisosa.
Mar en calma.

Navegando.
Son muchas las caídas al mar inexplicables.
La única respuesta.
Silencio.
Yo, lo tiré por la borda.
Era un cabrón.

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