el marino que perdió el mar

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lunes, 19 de noviembre de 2012

Jódeme...

Jódeme tanta desigualdad vestida de recorte presupuestario

Estoy en un hospital en laplanta gediátrica y jódeme ver como mueren los viejos que mandan a esta planta de desguaces. Pero jódeme mucho más ver a los acompñantes. Este es un hospital público que atiende al rural y hay mucha gente que viene a ver a los suyos en coche de línea para estar unas horas con los que están más allá que acá. Y no pueden venir todos los días ni todas las horas y la sensación de desamparo en brutal.

Jódeme que por cubrir las ansias vampíricas de la banca, el Estado haya pegado recortes tales como no cubrir vacaciones de médicos con sustitutos, restringir al máximo el personal y a éste rebajarle sueldo y pagas. Y no me refiero a un partido político en concreto, la deriva del Estado, cuando hay viento de través es igual gobierne quien gobierne la nave.

Jódeme la gente hacinada por los pasillos en Urgencias y escuchar entre los profesionales de la medicina "hay 6 camas libres en la sexta pero no hay quien los suba"

Jódeme tener que decir que el personal aguanta lo que le echen pero sin saber cuanto durará, si los que les sustituyan, en vez de medicina y cariño opten por una profesionalidad aséptica, deshumanizada. Que en vez de darle la papilla a una viejecita sin nadie que la acompañe le dejen su ración al lado de su cabecera sin más justificación de que no están obligados a dársela.

Jódeme este proceso de desarraigo que deja todas las soluciones en el economista de turno, que cuando se equivoca, y se da reiteradamente, se lava las manos con cinismo.

Hay un hermosísimo libro de la editorial DEBOLSILLO, guiado por Olga Lucas, que recoge los diálogos entre dos maravillosos personajes; Valentín Fuster y José Luis Sampedro. En uno de sus tramos hablan de los pueblos primitivos y de que es más fácil mover las emociones en ellos porque están más cerca de la naturaleza y vivir más cerca la naturaleza es vivir más cerca del cuerpo y de la mente. Uno de ellos narra una anécdota que encaja perfectamente. En un congreso en África un interviniente de un país "civilizado" pregunta sarcasticamente al anfitrión qué cómo se entiende la poligamia y el "atrasado" inígena le contesta que es posible que su pueblo tenga que modificar costumbres pero, al tiempo le pregunta al indagador: "y que hacen uds. con sus mayores?, aquí los mantenemos en la familia hasta el final"
No vende visitar los geriátricos, ojo con muchos privados, autenticas fábricas de mantener unicamente el ganado vivo. No vende, no sale en los anuncios de colonias al igual que las plantas llenas de niños con cancer que parecen no existir porque la sociedad tan solo quiere ver la vida en clave guay y los nuevos modelos de coches o de tablets.

Jódeme escuchar los alaridos de una persona muy mayor sola en la habitación de una planta geriátrica. Quizás deberíamos preguntarnos el por qué y si los recortes de obligada austeridad tienen que sufrirlos los que ya no pueden defenderse.

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