el marino que perdió el mar

el marino que perdió el mar

jueves, 29 de noviembre de 2012

Si algún día yo me atreviera a contar...

Si algún día yo me atreviera a contar...

Que conocí al último pescador de ballenas en Las Açores. Hablo de aquellos que, en lancha "ballenera" salían desde la costa a la procura del mamífero más grande de nuestro pequeño mundo,

Que conocí uno de los temporales más horrorosos de mi época como marino, a bordo de un pequeño buque frigorífico. Hablo de tal galernazo que se hundieron 7 barcos en 48 horas y mismo a nosotros nos dieron por perdidos al arrancar el viento huracanado la telefonía,

Que conocí, también en primera persona el ataque de piratas en la desembocadura de los rios Tigris y Ëufrates. Que nos llevaron cuanto había en cubierta, incluídas las estachas para las maniobras de atraque y desatraque y que solo con disparos desde el puenete conseguimos ahuyentarlos.

Que conocí ciudades muy en el norte, en donde tuvimos que esperar a un rompehielos para poder salir del puerto y pocos días más tarde trabajar en cubierta a 55º centígrados.

Que conocí el contraste de quedar varado sobre un banco de arena, por fallar la máquina y tener que esperar una marea alta para poder salir de nuevo a flote con el riesgo que representaba que se resquebrajase el casco del barco. Y todo eso en Nochebuena, en el golfo de Guinea.

Que conocí el dolor por un amigo con el que estudié la carrera y que desapareció, con el resto de la tripulación y todo su barco a la vuelta de un viaje a EE.UU. <

Y otro cuando se partió su petrolero rumbo a Europa.

Y otro cuando ardió su barco frente al cabo Prioriño, casi en la entrada de casa.

Y otro cuando subía al barco al caer por la escala real y morir aplastado entre buque y muelle.

Y otros dos al segarles la vida un cable al tender un remolque.

Que conocí los claroscuros de la vida porque...

Confieso que conocí ...

lunes, 26 de noviembre de 2012

Fue en la década de los 70...

Fue en la década de los 70.

Fui rey por una noche

Guinea española era escala obligada para recoger el marisco que pescaban nuestros barcos. Tanto Santa Isabel de Fernando Poo como Bata eran atraques habituales.

Yo era joven y bastante pardillo

Con motivo de una escala de tres días en el continente, el consignatario nos invitó a una fiesta indígena en el interior. La cosa era prometedora por lo éxotica. Nos dijo que aunque seríamos los únicos blancos no pasaríamos miedo ya que la guardia civil, en caso de altercado, ponía finos a los infractores. Y de verdad, aquella gente temía, imagino con razón, las razzias de los verdes.

Eramos varios. Todos jóvenes y deseosos de una noche en el corazón de África.

Tras varias horas de land rover hacia el interior por unas pistas infames llegamos al destino.

El final del trayecto era un poblado. Un gran poblado sin civilizar. Exclusivamente chozas convergiendo en una gran plaza en donde una construcción, también primitiva pero rectangular y muy grande concitaba la vida social de aquella gente. Había todo tipo de cosas al trueque; ropa, comida, útiles de labranza y caza...

Pero lo mejor estaba por chegar. Aquella gran choza se convirtió en salón de baile y fiesta.

Anochecía cuando comenzó la cosa.

Un baile frenético con varios cantantes acompañados por percusión.

Al poco tiempo de movernos con más o menos ritmo sudábamos a más no poder. Ellos, ellas se reían al vernos casi derrotados. Para beber unicamente había cerveza, o eso decían que era, pero caliente! Alguien tomó cerveza caliente en un ambiente de bochono inaguantable?. De vez en cuando salíamos a respirar a fuera pero el espectáculo era único y pronto volveríamos a Bata.

Todos se movían. Niños, viejos, jóvenes y adultos. Sin parar bailaban una y otra vez una danza que parecía siempre la misma. Se doblaban y meneaban de forma increible y vertiginosa.

Seguramente por indicación de mis amigos, porque yo era el más joven o porque querían divertirse, el caso es que vino una moza negra a ponerme un collar. No me pareció mal hasta que un grupo numeroso de mujeres jóvenes me rodeó haciendo círculo y bailando.

No podía ver nada. Además ellas me hacían bailar o por lo menos moverme. No dejaban de reir y así dutante un buen rato.

Cuando se disolvió el círculo comprobé que no quedaba ninguno de mis compañeros. Salí en su busca pero ni compañeros ni coches, los muy cabrones me habían dejado completamente solo en dios sabe donde de África.

Al entrar de nuevo en la choza noté como entre risas de todos y todas se inclinaban ante mi indicándome el collar, collar de jefe de tribu.

Casi amanecía cuando un indígena me acompañó a una choza, me abrió la puerta de madera, encendió una antorcha y marchó cerrando tras si.

Dentro había un camastro limpio sobre el que me tumbé esperando acontecimientos.

Pasados unos minutos volvió a abrirse la puerta y entró la mujer negra más bonita que recuerdo de mis viajes.

Pasé una noche inolvidable en aquel poblado.

A media mañana, luego de tomar una taza de leche de no se que animal y una especie de torta que nos trajeron a mi pareja y a mí, salí de la choza. Allí estaba un land rover enviado por el consignatario para devolverme a Bata, a mis amigos y al barco pero durante unas horas fui el rey de un poblado africano.

lunes, 19 de noviembre de 2012

Jódeme...

Jódeme tanta desigualdad vestida de recorte presupuestario

Estoy en un hospital en laplanta gediátrica y jódeme ver como mueren los viejos que mandan a esta planta de desguaces. Pero jódeme mucho más ver a los acompñantes. Este es un hospital público que atiende al rural y hay mucha gente que viene a ver a los suyos en coche de línea para estar unas horas con los que están más allá que acá. Y no pueden venir todos los días ni todas las horas y la sensación de desamparo en brutal.

Jódeme que por cubrir las ansias vampíricas de la banca, el Estado haya pegado recortes tales como no cubrir vacaciones de médicos con sustitutos, restringir al máximo el personal y a éste rebajarle sueldo y pagas. Y no me refiero a un partido político en concreto, la deriva del Estado, cuando hay viento de través es igual gobierne quien gobierne la nave.

Jódeme la gente hacinada por los pasillos en Urgencias y escuchar entre los profesionales de la medicina "hay 6 camas libres en la sexta pero no hay quien los suba"

Jódeme tener que decir que el personal aguanta lo que le echen pero sin saber cuanto durará, si los que les sustituyan, en vez de medicina y cariño opten por una profesionalidad aséptica, deshumanizada. Que en vez de darle la papilla a una viejecita sin nadie que la acompañe le dejen su ración al lado de su cabecera sin más justificación de que no están obligados a dársela.

Jódeme este proceso de desarraigo que deja todas las soluciones en el economista de turno, que cuando se equivoca, y se da reiteradamente, se lava las manos con cinismo.

Hay un hermosísimo libro de la editorial DEBOLSILLO, guiado por Olga Lucas, que recoge los diálogos entre dos maravillosos personajes; Valentín Fuster y José Luis Sampedro. En uno de sus tramos hablan de los pueblos primitivos y de que es más fácil mover las emociones en ellos porque están más cerca de la naturaleza y vivir más cerca la naturaleza es vivir más cerca del cuerpo y de la mente. Uno de ellos narra una anécdota que encaja perfectamente. En un congreso en África un interviniente de un país "civilizado" pregunta sarcasticamente al anfitrión qué cómo se entiende la poligamia y el "atrasado" inígena le contesta que es posible que su pueblo tenga que modificar costumbres pero, al tiempo le pregunta al indagador: "y que hacen uds. con sus mayores?, aquí los mantenemos en la familia hasta el final"
No vende visitar los geriátricos, ojo con muchos privados, autenticas fábricas de mantener unicamente el ganado vivo. No vende, no sale en los anuncios de colonias al igual que las plantas llenas de niños con cancer que parecen no existir porque la sociedad tan solo quiere ver la vida en clave guay y los nuevos modelos de coches o de tablets.

Jódeme escuchar los alaridos de una persona muy mayor sola en la habitación de una planta geriátrica. Quizás deberíamos preguntarnos el por qué y si los recortes de obligada austeridad tienen que sufrirlos los que ya no pueden defenderse.

viernes, 16 de noviembre de 2012

Surgió ...

Surgió como surgen las peores pesadillas...

De golpe!

Sin aviso. Sin margen de preparacíón. Sin tiempo para cobijarse

Arrasando

Cuando los nativos de la isla africana lo vieron quedaron petrificados. Sin poder de reacción, se les echó encima. Los resoplidos que acompañaban al monstruo eran aterradores.

Engulló las canoas sin esfuerzo alguno. No quedó vivo ninguno de los nativos

Desde la playa, mujeres y niños, lloraban con miedo y con rabia la pérdida de sus hombres pero el gigante aún no satisfecho les mandó una serie de enormes olas que llegaron al poblado ahogando a la mitad de la tribu.

Despues, continuó viaje buscando nuevas víctimas

El patrón de costa del pesquero gallego hacía guardia de noche mientras la tripulación dormía tras un día duro de pesca. Tres lances con luz y otro al llegar la noche habían dejado a todos eshaustos. Menos mal que los lances habían sido productivos y con abundante pesca. Positivo para los intereses económicos pero más duro para la gente que tenía que trabajar en el parque de pesca para meterlo en las cámaras frigoríficas. Con todo, ya de estar en el mar, que la pesca mereciese la pena.

Mar en calma y buena visibilidad. La Cruz del Sur sobresalía en un cielo de sopa de estrellas.

Medio amodorrado comenzó a escuchar un murmullo sordo y lejano.

Bajó el volumen de Radio Intercontinental.

El rumor se volvía más cercano y fuerte.

Salió al alerón buscando algún avión o algo parecido. Nada!. Subió a la magistral y entonces lo vió. Ni en las fantasías más extremas podía pensar que algo así existiera. Una masa, posiblemente en forma de serpiente marina, se deslizaba abriendo surcos de mar que se convertían en camino de luces por la fosforescencia. El espectáculo era grandioso. Lo malo era que se les echaba encima.

Reaccionó rápido tocando la campana para casos de niebla. Batió con fuerza, con golpes seguidos, a arrebato.

Agotada, la gente empezó a salir a cubierta mientras el patrón de pesca subía a su altura.

No hizo falta hablar. Los ojos de todos convergieron en aquella enorme bestian que pretendía engullirlos.

Con rapidez mandaron "avante toda" y la arrancada de la héliz fue inmediata.

Se dieron cuenta de que ya nada podría salvarlos cuando aquella monstruosa mole les tragó como la ballena a Jonás.

No quedó ni un resto sobre el mar.

Amanecía en el Atlántico Sur. Desde lo alto, a vista de pájaro, alguien podría observar como aquel monstruo de acero cargado de crudo apuntaba al norte con su enorme roda hambienta.

lunes, 12 de noviembre de 2012

Le llamábamos Pendulito

Le llamábamos Pendulito.

Varios amigos de la misma ciudad ingresamos en la Escuela Superior de Marina Civl, antes Escuela de Náutica.

El también,

No se si se podría negar su ingreso en la carrera por su defecto o enfermedad pero lo cierto es que estudió como el resto y salió a navegar.

Padecía algún tipo de transtorno que le hacía mover el tronco en sentido lateral. Oscilaba de forma contínua. Nosotros, jodidos estudiantes y compañeros, tomábamos el número de oscilaciones por minuto y casi siempre eran las mismas.

Nunca supimos si de noche también se movía pero nunca pudimos imaginar como capearía un temporal. Acompasaría su vaivén al ritmo de los balances cuando hubiese oleage? Y se el movimiento del mar era más ràpido que el suyo? Y si, al revés, el suyo superara el del mar o hubiese cabeceo en vez de balance?.

Cómo haría el amor. Podría acompañar los movimientos de arriba hacia abajo con los propios de su balanceo?.

Bailando lento no tendría problema pero como bailaría el rock?.

Que haría si jugaba a algo, al tenis por ejemplo. Le venía la pelota por un lado y a él le coincidía el balance por el otro. Cómo reaccionaría?
Son preguntas que siempre quedarán ahí.

No volví a saber de Pendulito pero lo imagino en el puente de mando haciendo la guardia, balanceandose sin parar.

Seguro que ese transtorno obedece a unas causas y tiene algún nombre extraño en medicina. No se que limitaciones acarrea ese movimiento contínuo, lo único que se, que él, callaba ante nuestras pcurrencias y nunca replicaba. Por padecerlo desde niño, porque era de una pasta especial, lo cierto es que nunca lo vimos cabreado. >br>
Cuando paseo por la ciudad y veo a lo lejos un peatón andando de forma extraña espero encontrar a Pendulito, preguntarle como le fue y pedirle disculpas con carácter retroactivo.

martes, 6 de noviembre de 2012

Invierno...

Invierno...

Invierno frente a la Costa da Morte

revindico
la memoria de los náufragos,
no sus riquezas,
menudencias,
en su nombre quisiera rescatar
vivencias y viajes
que nunca fueron conocidos
porque no hubo arribada

revindico
los cuerpos de los náufragos,
no sus espíritus

viernes, 2 de noviembre de 2012

Viajar...

Viajar...

Puedo asegurar que una de las razones que me movieron para escoger la que luego sería mi carrera, navegar como marino, fue el viajar...

Creo, a mí me sucedió, que lo que mueve al viajero es la curiosidad, por conocer el mundo pero también por conocerse a uno mismo en latitudes, situaciones y con personas diferentes.

"Viajamos porque queremos abrirnos a otras vidas, pero también para ponernos a prueba". (Gustavo Martín Garzo)
Personalmente el viaje lo identifiqué con la aventura. Y el momento más importante, el más excitante siempre el inmediatamente anterior al viaje. De hecho debo tomar algún calmante cuando preparo equipaje, itinerario y todo lo que implica el viaje.

Abrirnos a lo que pueda surgir. Dejar pasar las cosas y ser parte de ellas, no por el hecho de dejar huella o modificar la historia sino por dejarse envolver por el viaje-aventura.

Mi primer embarque en flota extranjera fue en un "tramp", barco que recoge carga diversa y navega hacia puertos indeterminados. Salir de Italia para Brasil, de La India hacia Alemania... siempre deseando conocer el próximo destino dependiendo de quien comprara los servicios de barco y tripulación.

Yo escribí en unos Duiarios de Navegación mis experiencias. Acaban de ser publicadas aunque aún no las leí. Si alguién decide conocerlas puede hacerlo a través de Amazón, con el título de "Imitando a Ulyses- Diarios de Navegación.

Estoy de acuerdo con la idea de Martín Garzo en que el viaje y la lectura tienen trayectos paralelos. Dejarse ir.., abandonarse..., sirve para ambos. El no conocer el destino exacto puede ser el equivalente a no conocer el desenlace de un relato.
El mundo se hace pequeño. Pensar que hoy se puede dar la vuelta al planeta en horas pierde romanticismo. Menos mal que aún se puede paliar esta limitación pensando en que existen lugares, aunque pueden ser pequeños que pueden ser un mundo, que merecen una atención especial, que tiene gancho por detalles concretos e impensables.
Personalmente puedo recordar una travesía por Picos de Europa quedando atrapados varios días en el refugio de Vega Redonda. Toda una aventura y muy próxima. También el pavor que pasé en el "paraíso terrenal" bíblico, desembocadura del Tigris y Éufrates cuando fuimos abordados por piratas.

Cuando viajamos, por lo menos a mi me pasa, soñamos con lo insospechado, con algo que nos sorprenda e que incluso nos cambie la vida.

La última parte de la aventura, para algunos importante, es poder contar lo viajado y conocido cuando nos erigimos en el personaje de la historia al contarla desde nosotros, con nuestra visión de lo que fue, realidad o fantasía o ambas al tiempo.

De niño, en la cama, conmigo mismo, soñaba en ser corresponsal en un país exótico, misionero o marino.

Me convertí en marino mercante. Viajé y soñé.