el marino que perdió el mar

el marino que perdió el mar

miércoles, 29 de agosto de 2012

Y así la perdí...

Y así la perdí...

Nunca pensé que pudiera suceder...

Por lo menos de esta manera...

Por mi culpa...

Si...

No se puede ser idealista en estos tiempos...

La gente no comprende. No entra en la cabeza de nadie sensato que viva en este siglo...

Y mucho menos decir lo que piensas...

Así. De cara. Sin paracaidas.

Ante mis palabras ¡Sabeis lo que me contestó? ...

Que me tenía miedo...

... ?
Por qué?...

Por lo que dije. Porque no se puede hablar claro. Ser sincero. La sociedad nos ha enseñado a ser hipócritas. Si. A saber ocultar lo que sentimos y decir lo que que la gente está acostumbrada a oír. Y se hace con naturalidad. Mentir?. No lo llameis así. Más de uno podría sentirse molesto. Ser social es sinónimo de ser conveniente. No a lo natural. No a la verdad si roza el desasosiego...

Y así la perdí...

Porque le dije lo que sentía. Con naturalidad.

lunes, 27 de agosto de 2012

Cuando...

Cuando...

Cuando todo se apaga...

Cuando pierdes la esperanza...

Cuando no tienes a dónde asirte...

Cuando no tienes a quien abrazarte...

Cuando ves el desánimo a tu alrededor. Cuando las personas perdidas se aferran a creencias mágicas o irracionales. Cuando buscas en las drogas retrasar el miedo de saber que no hay salida. Cuando las noches son eternas y nunca de descanso. Cuando desde los medios de comunicación te dicen que comprando un detergente puedes ser feliz. Cuando ves gente exultante en revistas o tv y no sabes porque están así o es todo un montaje....

Cuando. Cuando. Cuando...

Habré nacido con el estigma de la infelicidad?

Por qué yo no soy un tiunfador en Hollywood?

Un gerrillero en Sudamérica?

O, por el contrario, un paria en la India?

Una niña no deseada en China?

Un tripulante en una patera?

Son un infeliz en una sociedad opulenta

Grandísimo desatino.

jueves, 23 de agosto de 2012

Sus ojos...

Sus ojos...

Aquella mirada, aquellos ojos...

África. Mujer. Negra.

Posiblemente no acertaré al decir su edad. Entre los 25/6/7/8 y los 30/1/2/3...

Guinea.

En una aldea

Nos dijo. Me dijo.

Que huía de Nigeria.
Quería ir a Europa.

Para ella Europa era el paraíso prometido y un patio de colegio.
Si, porque en algún sitio de Europa... estaba su hermana.

¿?

Quería un hijo blanco o un hijo de un blanco, europeo.

No supo, quiso, decirnos para que.
A saber que pensaría.
Quizás que el hijo fuese un amuleto.
Que naciese con un pasaporte europeo que le permitiese la entrada en el continente deseado.

Hizo el amor con uno de los oficiales del barco.
Y consiguió dinero suficiente para un pasaje de avión para Europa.
Un hijo?

Aquela mirada, aquellos ojos... penetrantes, decididos.

Nunca sabré la respuesta.
Para mi tan importante como los mayores enigmas de la historia.

Sus ojos...

domingo, 19 de agosto de 2012

Ayer...

Ayer estuve 8 horas en el hospital.
Un gran hospital.
Seguramente un magnífico hospital.
Otro mundo.

Aunque mi estancia duró un tercio de un día, mis sentidos, todos, se pusieron en situación de alarma.
Entraba en otra dimensión
Un universo incriptado en otro.
Con su propio código.
Habitantes.
Normas.

Al traspasar la línea que delimita la libertad de acción a la entrega, algo, no explícito nos avisa que estamos en territorio ajeno y autónomo. Que no tiene nada que ver con el exterior.
Olor.
Color.
Sonido.
Hacen de este lugar otro lugar.

Y no es que lo dirijan robots, ni alienígenas, es que simplemente es un mundo paralelo de dónde algunos repararán sus desajustes y otros no saldrán.

Los que visten uniforme, blanco, verde o azul son seres normales hasta su entrada en el recinto. Al cambiar su indumentaria es como si su personalidad se desdoblara. La vestimenta, unas letras sobre su pecho, una tarjeta, algo les hace cambiar como si les inocularan un virus que les confiere otras características.

Te manejan. Te sientes manejado. Te dejas.
Alguna sonrisa te indica que son personas como tu pero que forman parte de un ejército y no pueden hacer muchas concesiones.

Urgencias es un buen punto de observación.

A los de fuera, los uniformados, los van introduciendo en sillas rodantes y los aparcan a la espera de turno.
No lo dicen pero la libertad de cada uno queda reducida al espacio que ocupa el vehículo.

En alto proclaman un nombre y el aludido entra en el engranaje.
Al final un diagnóstico o un internamiento.
Mientras...
Una interminable espera.
Como si el tiempo se parase. El color supuestamente relajante de las paredes parace que se incruta en tu piel, que de alguna manera entras a formar parte del edifico que es más que un edificio, el lugar de reciclaje del sujero 35 millones...

En la espera...
Desasosiego.
Temor.

Los más viejos, en camas rodantes, parecen parecerse. Como si el próximo fin les advirtiera que ante él son iguales. Callan. Con ojos asustados esperan resignados sabiendo que su ciclo está próximo a terminar.
Los más jóvenes parecen no comprender. El lugar sin música y sin risas les agrede sin hacerles mal.
Los más hechos, ni tan viejos ni jóvenes, intentan hacer gala de serenidad aunque en algunos de ellos sus tics los delata. Miradas furtivas a los más cercanos. Hacia el pasillo de dónde vendrá la voz que los cite.
De vez en vez un paciente no aguanta el dolor o la tensión y rebienta. Y antes de que lleguen los uniformados el grupo que espera a su alrededor crispa sus rostros pero calla.

A veces el silencio se vuelve denso, tanto que un chispazo cualquiera puede provocar la histeria.
Sucede.
Gritos desgarradores procedentes de la recepción. Llega una ambulancia con un o varios accidentados. Desde donde estamos unicamente se perciben los sonidos. Y otros coches que llegan con gente. Y lloros.
La gente sentada en las sillas móviles y en las camas móviles aguzan los oídos. Y carreras polos pasillos.

Retorna el silencio con algún comentario en voz baja.
Nadie quiere erigirse en protagonista. Porque aquí el único es él. La masa de ladrillos. El edificio. El Hospital.

Cuando abandono el lugar sin heridas propias no miro hacia atrás. Intuyo que de nuevo volveré. Los más afortunados podemos rozar el perfecto equilibrio durante un corto período pero al final vence el tiempo y casi siempre un capítulo antes del fin rendimos una escala en este lugar.

jueves, 16 de agosto de 2012

Desconecto ...

Un relato para Telma

Desconecto la televisión y me quedo a oscuras encima de la cama mirando el techo.
Me siento vacío. Como si fuera un odre lleno de vacío.
Rozo la piel con mis dedos y no siento nada. Como si no existiera el tacto. Como si no fuera yo. Como si lo viese en una pantalla.
Alcanzo el tubo...

La conocí cuando preparaba un libro de relatos.
Me impactó. Desde el primer momento supe que nunca conocería a una mujer como ella. Única. Atractiva. Dinámica. Sensible. A duras penas pude superar la tentación de confesarle, desde el primer momento, que sentía unas ánsias irresistibles de tomarla de los homros, acercarla a mí y besarla. Y decirle. Y decirle que la amaría por siempre.
Casada y con un hijo vivía una vida normal. Yo sabía que no podía interferir en su relación. Por otro lado no me imaginaba que podía pensar de mí. Mucho mayor que ella. Me sentía ridículo solo con pensar en decirle lo que sentía por ella. Cómo reaccionaría?. Temía una mirada de respeto. De sorpresa. Si me atreviera a decirle lo que sentía por ella su desorientación podía hundirme además de alejarla de mi.
Decidí escribir. Escribirle. De forma encubierta. Cobardemente.

En los relatos que le pasaba para su revisión empezé a introducir lugares y situaciones habitualmente comunes para los dos. Citas en la cafetería. Algunas inauguraciones de certámenes culturales... No se si se dió cuenta de mi maniobra aunque me indicó algunas coincidencias entre los relatos y nuestros encuentros.

Cambió de lugar de residencia. Me hundí. Pasé una larga temporada totalmente perdido. No sabía. No me atrevía a conectar con ella.
El tiempo y la vida hizo que nos volvieramos a encontrar. Comenzamos una nueva fase de contactos. Yo me moría por ella.

Otra vez cambiaba de domicilio. No podría resistirlo más. Aunque no hubiera nada entre nosotros saber que estaba cerca me reconfortaba. De noche, en casa, imaginaba que al día siguiente, siempre al día siguiente, le confesaría mi amor.

Un día me armé de valor y le escribí. Le conté todo lo que desde el principio quise y no pude decirle. También le prometí que nunca importunaría su vida, que lo único que pretendía era amarla. Me contestó. Mi corazón se aceleró cuando leí que tambien me quería aunque no fuese libre.

Así comenzó un idilio, un enamoramiento a través de escritos recíprocos. Puede parecer pueril amarse sin verse pero así sucedió.
Empecé a conocer sus gustos más íntimos, sus problemas, sus deseos... Por mi parte siempre le describía mi amor y la manera que influía en mi, en mi manera de vivir y de soñar.

El verano pasado, antes de salir de viaje de vacaciones, me dijo que la esperara, que teníamos tiempo.

A su vuelta comencé de nuevo a escribirle. Solo recibí una respuesta. La noté cariñosa y quizás temerosa.

No he vuelto a saber de ella.

Llevo meses escribiéndole sin respuesta. Bastaría con escuchar sus latidos. Con ver sus ojos una vez más.

Esta mañana no he podido resistir más la incertidumbre y rompiendo mi promesa de no establecer ninguna relación que no fuese por carta a su correo particular llamé al lugar en que trabaja. La respuesta me dejó helado. Hace meses, me dijo una compañera, desapareció sin razón aparente y nunca más supieron de ella.

Igual que un niño que vaga por un campo oscuro así me encuentro.

No sé que hacer.

A quien recurrir.

Le prometí no interferir en su vida.

No quiero indagar. No sería honesto.

Pero sin ella mi vida no tiene sentido. Solo ella. Solamente vivía por ella.

Alcanzo el tubo de pastillas para dormir... mucho.

lunes, 13 de agosto de 2012

Si pudiera...

Si pudiera obtener una respuesta a una sola pregunta sería sobre el origen.
El origen de todo.
Génesis.
Big bang.
Digamos el comienzo.

La humanidad, tras las épocas oscuras de la religión, empieza a preguntarse cómo y sobretodo cúando nacimos como universo.
No soy una excepción. Quisiera saber. Qué. Cuando. Por qué.
Miro hacia el firmamento estrellado y me pierdo. Somos tan poco. Soy tan poco. Sinembargo, desde mi microdimensión tengo derecho a preguntarme.

Cada vez son más las teorías sobre el instante en que nació todo.
Parece demostrado que el universo, por lo menos el más cercano a nosotros, se expande. Hacia dónde. Hasta cuando?

Un instante.
Si, pero y antes?
La nada.
Qué es la nada?
Ausencia de todo. Vacío.
Y el vacío provocó la explosión, en qué instante?
No lo veo.

Puedo acercarme al concepto de vacío absoluto. A la ausencia de materia. Pero, puede surgir algo si no hay nada? Cómo se transforma en materia?
Admitamos que no había nada. Nada es nada. Ni luz. Ni tiempo. NADA.
Y de ahí la explosión. El instante en que nació todo. Sigo sin verlo.

Otros científicos. Otras teorías.
Antes del comienzo había "algo". "Otra cosa".
Y vuelta a empezar.

Un superuniverso.
Un sistema cíclico.
Un contínuo rebote que coincide con el big bang, con todos los big bang que pudieron producirse y se producirán.
Muchos universos.
Contración. Expansión. Así hasta el infinito. Es decir, hacia la falta de solución, hacia error que se llama infinito cuando no se sabe la respuesta.

Ahora apuntan la teoría del agujero negro.
Un universo nace de otro, se expande, entra en un agujero negro, se contráe y vuelta a empezar.
Si. Si.Si. Pero, y antes del rebote?. Antes de la contración de dónde salió la materia?. El propio agujero negro, de dónde surgió?.
Con la teoría de la evolución de Darwin la teoría del instante, del big bang, de la creación, es el misterio de los misterios.

Quedo absorto mirando el cielo estrellado en noche clara. Miro hacia lo que no entiendo. Qué carallo. No vale. Alguién juega con ventaja. Mientras yo me meso los cabellos, seguramente, los dioses, se escarallan de risa.

viernes, 10 de agosto de 2012

Sola...

Sola.
terriblemente solitaria.
como un monumento a lo que fue.
constancia de historia.
sola.

En el areal de Vilaboa.
languideze la "Xeitosiña".
en la bajamar escorada.
promesas jamás cumplidas.

¡Carpinteros de ribera!
¡hombres de mar de un día !
¡pescantinas vociferantes!
¡todas las gentes de la ría!
juntaros en su lecho
memoria propia de vida

Suaves rezos la acompañan
el viento acaricia los restos
de sus maltrechas cuadernas

Tu desconsolada imagen
me inspira
tu ruína me hace comprender
la fragancia pasada
navegando como barcaza de carga

Hoy
varada en la arena amiga
deshaciendote
pedazo a pedazo
eres más bella que nunca.

martes, 7 de agosto de 2012

Chavela versus...

Chavela versus Cesária.

Se me murió Chavela.

Si. A mí se me murió Chavela.

Puede que al mundo, o a una parte de él. A alguna gente o a mucha. Me tiene sin cuidado. A mí se me murió Chavela.

Murió Chavela Vargas en este mes de agosto, un mismo agosto en que nació Cesárea Évora.

Chavela, al igual que Cesárea simbolizaron la lucha desde lo más humilde. La batalla por sobrevivir desde la cuna.
Chavela, desde niña buscando unas monedas, cantando, siempre cantando, o mejor, diciendo las canciones con una mezcla de orgullo y desgarro.

Cesárea, cantando, siempre cantando por bares y hoteluchos de sus islas.

La del poncho rojo cayó y se levantó muchas veces. Bebió su vida a tragos amargos pero también llegó, con su canción valiente y machista para acojonar a los machos. El tango, bolero, la ranchera, patrimonio de los hombres o la canción revolucionaria cuentan como era.

La caboverdiana con su morna intimista y nostálgica chegó a miles de personas que no entendían el criollo pero si lo que aquella voz firme quería decir. Emparentada con el fado y el flamenco la morna entra por la piel. El que no la sienta está muerto.

Chavela, desde la canción revolucionaria supo doblegar a los poderosos, que al final le rindieron pleitesía en forma de galardones. "Ciudadana Distinguida" , por Méjico. "Gran Cruz de Isabel la Católica", por España. Pero lo suyo no eran los diplomas. Su bandera fue el SENTIMIENTO. "Los que aman, lo harán siempre a todas horas, intensa y apasionadamente". Este es su legado y no los derechos de autor.

Cesárea, dando tumbos por la vida, conoció a su compatriota Bana en Portugal. Un tipo de más de dos metros de altura, voz valiente y empresario que la lanzó a la fama. Y también "Legión de Honor" por Francia y cosas así. Pero su herencia está en su cantar:

Quem mostra'bo
Ess caminho longe?
Ess caminho
Pa Sao Tomé
Sodade

Cesárea es SENTIMIENTO.
En las dos; emoción, amor y desamor, alcohol y éxito. Dos mujeres que fueron más que eso, que representaron todo un símbolo.
Chavela parece decir en sus últimas palabras cantadas:

Amar duele, amar duele,
Vivir sin amar, no conviene,
Amar duele, hay! amar duele,
Vivir sin amar, no se puede...

Igual que se me murió Cesárea, ayer se me murió Chavela.

domingo, 5 de agosto de 2012

Ahora...

Ahora.
Con el paso pesado de los años.
Me he dado cuenta.
De que únicamente me importa querer.
A quien me quiere.

Pasa a mi lado
Mucha gente
No tendré oportunidad de conocerlos.
Quizás ese o aquel pudiesen ser mi amigo, amante, amigo.
Pero no lo son.

Tan efímero transitar.
Deberé centrarme en lo que tengo.
Quien conozco.
Aquellos que emiten señales.
Amor en la misma banda.

En un semáforo, supermercado en la farmacia.
Caras hacia mí sin serlo.
Alguno pudiera ser la respuesta.
A veces la casualidad marca el destino.
Un guiño de complicidad es suficiente.

Es corto el trayecto.
Me cierro en mi círculo.
Refugio.
En dónde estoy cómodo.
Sin que nadie me hiera.

Seré cobarde.
Posiblemente
No dejo nada al albur.
Seguiré queriendo a quien me quiere.
Mi filosofía es simple.

viernes, 3 de agosto de 2012

Lo tiré...

Lo tiré por la borda.

Navegando hay una ley no escrita.

No figura en el derecho marítimo.

Que hace justicia a su manera.

Era un cabrón.

En un barco el primer oficial es el jefe de personal.
El que dirige los trabajos abordo.
Pero él se pasaba.
Despótico.
Autenticamente dictatorial.
Siempre detrás de la gente.
Esperando el fallo.
La más mínima infracción.

Había mandado a mucha gente para casa.
Sin explicaciones.
Los desenrrolaba en cualquier puerto.
El capitán nunca intervenía.
Le iba el juego.
Que él fuera el malo.

En un barco.
Entre los miembros de una tripulación.
Nunca se sabe quien lo organiza.
Pero en el último mes se notaba algo.
Un run-run siniestro.
Y el primer oficial barruntaba algo incontrolable.

Noche en el Atlántico Sur.
A la altura de Walvis Bay.
Zona de lobos de mar y tiburones.
El cabrón hacía su ronda.
Despues de pasar por la cocina y abroncar al marmitón.
Se puso a fumar tranquilamente en popa.

La noche preciosa.
Mar en calma.
Luna desconmensuradamente grande.
La Cruz del Sur dibujada en lo alto.
No se vé a nadie sobre cubierta.
La estela deja fluorescencias en la superficie.

Levanta los ojos.
Intuye el peligro.
Es tarde.
Se va a cumplir la ley del mar.
Intenta resistirse.
Somos muchos.

El último empujón fue el mío.
Intentó asirse a mi brazo.
A la vida.
Sus ojos en los míos.
Un grito desgarrador.
Tapado por el ruído de la máquina.

Sale a flote a unos metros de la hélice.
Levanta los brazos.
Pide piedad.
No hay perdón.
Todos se retiran.
En mi última mirada veo su cabeza empequeñeciendose en la noche.

En el cambio de guardia.
No aparece el primer oficial.
Nadie sabe nada.
En el Diario de Navegación.
Escribe el Capitán.
Desaparecido. Posiblemente hombre al agua.

El barco sigue su rumbo.
Un telegrama avisa al armador.
Que reponga el oficial en el primer puerto.
Un cabrón menos navegando.
La noche precisosa.
Mar en calma.

Navegando.
Son muchas las caídas al mar inexplicables.
La única respuesta.
Silencio.
Yo, lo tiré por la borda.
Era un cabrón.

miércoles, 1 de agosto de 2012

Un día...

Un día supe que mi destino era navegar.
No importaba en que barco.
Ni con que tripulación.

Salí dejando tras la popa a los míos.
Sin saber si volvería a verlos.
Navegué durante años sin volver nunca al origen.
Tuve que sortear grandes peligros.
Pasos de mar estrechos como bocas de dragón.
Vientos de tal violencia que arrancaron arboladuras enteras.
Velas desgarradas convertidas en harapos.
Hombres perdidos pola borda pasto del temible kraken.
Naufragios en terras ignotas.
Islas salvajes de gente fiera.
Antropófagos que diezmaron la tripulación.
Nieblas enviadas por los dioses para desorientarnos.
Arribadas a paises de leyenda.
Hombres azules y mujeres verdes.
Animales altos con joroba que obedecen como perros.
Tierras que no conocen el agua.
De calores abafantes.
Noches gélidas.
Dátiles y miel.
Y de nuevo el mar.
Fuera de las últimas columnas.
En dónde dicen que el mar acaba.
Se interrumpe abruptamente.
Cayendo a un vacío insondable.
Y nuevas tierras nunca conocidas.
De gente que talla metales y pinta cuevas.
De gigantes de un solo ojo que no saben beber vino.
Hospedaje interesado en la isla de una maga.
Viaje a la tierra-mar de los muertos que son sombras.

El tiempo pasando que me hizo viejo.
La sabiduría para encontrar el rumbo de vuelta.
Oler de nuevo el paisaje conocido.
Arrumbar entre los bajíos a buen puerto.
Y finalizar la vida de marino.
Practicamente la de hombre.

Un día supe que mi destino era navegar.
El mismo día que me creí Ulyseus.